Diversas señales
anuncian una grave crisis integral en el Perú y es una gran
irresponsabilidad del gobierno, de la llamada “clase política” y de
ciertos sectores que sólo ven su beneficio en el corto plazo, utilizar
el actual crecimiento económico -sesgado y con profundas debilidades
intrínsecas - para ignorar esas señales.
Miles de cajamarquinos, nuevamente, ya están en la laguna El Perol
decididos a dar su vida, si es necesario, para detener su destrucción
por la minera Yanacocha, y el gobierno de Ollanta Humala, en
coordinación con la minera, envía a mil policías para imponer el
proyecto Conga. Parece que no les preocupa mucho si se agregan más
muertos y heridos a las fatalidades de mayo 2012. Ha tenido que ser un
juez el que disponga que se detenga un sorteo que reinstaura un servicio
militar obligatorio obsoleto, inútil y discriminatorio en perjuicio
sólo de jóvenes pobres que no pudieran pagar la multa de 1,850 soles.
Nuevas revelaciones confirman que el régimen de Alan García excarceló
ilícitamente a bandas completas de criminales y narcotraficantes (entre
5,000 y 10,000 dólares por año reducido) y que a pocos metros del
despacho presidencial se redactaban las resoluciones que dejaban a
peligrosos delincuentes en libertad y que serían firmadas por A. García -
el desahucio moral definitivo. Nuevos actores comprometen aún más la
situación de Alejandro Toledo en relación a un posible delito de lavado
de activos en la adquisición de inmuebles en el Perú hasta por 5
millones de dólares (de lo que se sabe). En la empresa del congresista
Kenyi Fujimori - cuyo capital de origen él mismo debe explicar - , se
encuentran 100 kilogramos de cocaína. Narcotráfico a gran escala.
Un común denominador tienen estos hechos aparentemente desvinculados:
corrupción y racismo. Y terminarán por destruir a nuestra Patria si no
los detienen las fuerzas sanas del país.
La corrupción y el racismo que definen al Estado peruano, tanto de
los gobiernos de Fujimori, Toledo y García, como del actual, explican e
inciden fuertemente -hoy en el 2013- en el avance y agravamiento de esa
crisis nacional cuyo desenlace está incubándose. Como consecuencia de la
corrupción -que atraviesa al Estado así como a la sociedad y a los
partidos políticos- y de ese racismo expresado en políticas públicas que
explotan, desprecian y discriminan a millones tenemos un Estado débil,
una Nación dividida y fragmentada, y una democracia irreconocible para
la mayoría de peruanos. Y una consecuencia lógica de esa debilidad
subsecuente es la pérdida paulatina, constante de nuestro territorio
nacional. ¿Cómo pretende el señor Humala invocar patriotismo y
sentimiento nacional en millones de jóvenes si ellos y sus padres están
siendo maltratados y discriminados por el mismo gobierno que eligieron?.
Esa pérdida constante de nuestro territorio nacional desde 1821 hasta
hoy es señal de que algo muy malo ha ocurrido con el Perú y es
reveladora de la actitud torpe y subdesarrollada que discriminó y
excluyó a millones de peruanos desde el comienzo de la república
-continuando lo ocurrido en la colonia - considerándolos entonces,
como ahora, “ciudadanos de segunda” como con descaro alguna vez dijo A.
García. Prueba clarísima de ello es la decisión de esos anteriores
gobiernos (A. Fujimori, A. Toledo, A. García) y el actual de Ollanta
Humala, de ignorar lo que piensan y sienten los peruanos por esas
concesiones mineras que son vistas como depredadoras y destructoras de
su hábitat. Humala y sus ministros han decidido no consultarles nada.
Parecía que con la elección de Humala empezaría a revertirse esa
tendencia nefasta y antinacional pero el volteretazo inaudito y desleal
decidido por el electo presidente nos regresó al camino del Estado
fallido y a la nación traicionada.
Ante las mayorías nacionales el gobierno de Lima ya no tiene
credibilidad. Y con un gobierno sin autoridad moral, la corrupción crece
y se expande.
El caso del Perú es dramático y, para muchos peruanos, indignante por
supuesto. Desde la instauración formal de la república en 1821 y
durante los 190 años ulteriores no hemos hecho sino perder paulatina y
sostenidamente territorio como consecuencia de la incapacidad y traición
de una oligarquía mediocre que jamás entendió el concepto de una patria
para todos. Y en consecuencia, hoy, como que la nación peruana se va
extinguiendo pues sus elementos consustanciales son traicionados por sus
propias clases gobernantes tal como ocurrió durante la guerra de rapiña
desatada contra el Perú en 1879. Hoy, 192 años después el Perú se ha
reducido a algo más de 1 millón 285,200 kilómetros cuadrados. Sin
incluir la soberanía teórica sobre las 200 millas marinas -nuestro Mar
de Grau- , restringido, como sabemos, también por Chile, y que es motivo
del diferendo ante La Haya.
O las fuerzas sanas del país reconocen esta realidad, y actúan en
consecuencia, organizándose en un verdadero frente anticorrupción y
contra el racismo o tendremos que resignarnos a seguir observando cómo
se va desintegrando el Perú.
*Secretario general colegiado del Partido del Pueblo (fundado en octubre 2012)
Fuente: Red Voltaire