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Jefe
de uno de los dos cárteles mafiosos búlgaros –la SIC– Boiko Borisov es
el actual primer ministro de Bulgaria. Su país, miembro de la OTAN y de
la Unión Europea, abastece con drogas y armas a los terroristas de
al-Qaeda y del Emirato Islámico, en Libia y en Siria. |
Supuestamente, todo empezó por casualidad. Hace una
treintena de años que la fenetilina era utilizada como sustancia dopante
en los medios deportivos de Alemania occidental. Según el entrenador
Peter Neururer, más de la mitad de los futbolistas de la Bundesliga
la utilizaban corrientemente [
1].
Varios traficantes búlgaros vieron en ella un filón. Entre el
desmembramiento de la Unión Soviética y la entrada de Bulgaria en la
Unión Europea, los traficantes búlgaros comenzaron a producir la
fenetilina y a exportarla ilegalmente hacia Alemania bajo la
denominación de Captagón.
Dos grupos mafiosos búlgaros comenzaron a competir en ese terreno:
Vasil Iliev Security (VIS) y Security Insurance Company (SIC). En este
último bando se encontraba el karateka Boiko Borisov. Este deportista de
alto nivel, profesor de la Academia de Policía, creó una firma dedicada
a la protección de personalidades y fue guardaespaldas tanto del
ex presidente prosoviético Todor Jivkov como del proestadounidense
Simeón II de Saxe-Cobourg-Gotha. Y cuando este último se convirtió en
primer ministro, Borisov fue nombrado director central del ministerio
del Interior, antes de ser electo alcalde de Sofía, la capital búlgara.
En 2006, el embajador de Estados Unidos en Bulgaria –y futuro
embajador en Rusia–, John Beyrle, describe a Boiko Borisov en un cable
confidencial dado a conocer por Wikileaks. El embajador de
Estados Unidos presenta a Borisov como un personaje vinculado a
dos grandes jefes mafiosos, Mladen Mihalev (alias «
Madzho») y Rumen Nikolov (alias «
El Pachá») [
2], fundadores ambos de la SIC.
En 2007, basándose en un informe elaborado por una importante empresa suiza, la publicación
U.S. Congressional Quarterly
asegura que Borisov había “enterrado” numerosas investigaciones en el
ministerio del Interior y que estaba personalmente implicado en
28 asesinatos de carácter mafioso. También según esa publicación
estadounidense, Borisov se convirtió en socio del director adjunto de
la CIA John E. McLaughlin, instaló en Bulgaria una cárcel secreta de esa
agencia estadounidense y ayudó a garantizar una base militar en el
marco del proyecto de ataque contra Irán [
3].
En 2008, Jurguen Roth, el especialista alemán en redes del crimen organizado, califica a Boiko Borisov de «
Al Capone búlgaro» [
4].
Ya convertido en primer ministro, y siendo ya Bulgaria miembro de
la OTAN y de la Unión Europea, la CIA solicita a Borisov que ayude en la
guerra secreta contra Muammar el-Kadhafi. Y, desde su puesto de jefe
del gobierno búlgaro, Boiko Borisov comienza a abastecer con Captagón
–fabricado por la SIC– a los yihadistas de al-Qaeda en Libia. La CIA
hace entonces esa droga sintética mucho más atractiva y eficaz
mezclándola con una droga natural –el hachís–, que permite manipular con
más facilidad a los combatientes y hacerlos más aterradores, conforme a
lo previsto en los trabajos de Bernard Lewis [
5]. Posteriormente, Borisov extenderá su tráfico a Siria.
Pero lo más importante llega cuando, valiéndose del hecho que
Bulgaria –ya incorporada a la OTAN– había sido anteriormente miembro del
desaparecido Pacto de Varsovia, la CIA compra a Borisov armamento de
fabricación soviética –por un monto de 500 millones de dólares– y
lo transporta a Siria. Se trataba principalmente de 18 000 lanzagranadas
antitanque portátiles y de 700 sistemas de misiles antitanque
Konkurs.
Cuando el Hezbollah envió a Bulgaria un equipo encargado de recabar
información sobre ese tráfico, un autobús lleno de vacacionistas
israelíes fue blanco de un atentado en la localidad búlgara de Burgas,
con saldo de 32 heridos. Benyamin Netanyahu y el propio Boiko Borisov
atribuyeron el atentado a la resistencia libanesa mientras que la prensa
atlantista se hacía eco de numerosas imputaciones sobre un supuesto
kamikaze del Hezbollah. Finalmente, la Dra. Galina Mileva, reconocida
médico forense, observó que los restos mortales del kamikaze
no correspondían con la descripción proporcionada por los testigos del
atentado; un responsable del contraespionaje búlgaro, el coronel Lubomir
Dimitrov, comprobó que la persona en cuestión no era un kamikaze sino
un simple portador y que la bomba había sido detonada por control
remoto, probablemente sin conocimiento de esa persona. Por otro lado,
mientras la prensa acusaba a dos árabes que ostentaban las
nacionalidades canadiense y australiana, la
Sofia News Agency
citaba a un cómplice estadounidense conocido bajo el seudónimo de David
Jefferson. En todo caso, mientras la Unión Europea utilizaba el atentado
para clasificar al Hezbollah como «
organización terrorista»,
Kristian Vigenin, ministro búlgaro de Exteriores durante el corto
periodo en que Borisov se vio excluido del poder ejecutivo, subrayó que
nada permitía vincular a la resistencia libanesa con el atentado
perpetrado en Burgas [
6].
A finales de 2014, la CIA puso fin a sus pedidos a Bulgaria. Arabia
Saudita, reemplaza entonces a la agencia estadounidense, y abandona
las compras de armas de tipo soviético para comenzar a adquirir
armamento de la OTAN, como los misiles antitanques
BGM-71 TOW, de fabricación estadounidense. Riad pronto contó en ese empeño con el respaldo de los Emiratos Árabes Unidos [
7].
Estos dos países del Golfo garantizaron directamente la entrega de ese
armamento a al-Qaeda y al Emirato Islámico, transportándolo en aviones
de las compañías aéreas Saudi Arabian Cargo y Etihad Cargo hasta Tabuk,
en la frontera de Arabia Saudita con Jordania, y la base militar de
Al-Dhafra, en suelo de los Emiratos Árabes Unidos, base utilizada por
las fuerzas armadas de ese país, de Francia y de Estados Unidos.
En junio de 2014 la CIA vuelve a intervenir, esta vez para hacer que Bulgaria cierre su territorio al paso del gasoducto ruso
South Strean, que habría podido garantizar el abastecimiento de gas a Europa occidental [
8].
Esta decisión, que priva a Bulgaria de cuantiosos ingresos, permite
simultáneamente frenar el crecimiento de la Unión Europea –conforme al
plan Wolfowitz [
9]–,
aplicar las sanciones europeas contra Rusia, sanciones impuestas usando
como pretexto la crisis ucraniana, y desarrollar además el gas de
esquistos en Europa oriental [
10],
así como mantener el interés por el derrocamiento de la República Árabe
Siria –país llamado a convertirse en un gran exportador de gas [
11].
Por lo que se sabe hasta el momento, Bulgaria –país miembro de
la OTAN y de la Unión Europea– sigue enviando ilegalmente drogas y armas
a al-Qaeda y el Emirato Islámico, violando así la resolución 2253,
recientemente adoptada por unanimidad en el Consejo de Seguridad de
la ONU.